Venenos y topillos

Publicado hoy, 22 de enero de 2008, en Diario Palentino

De ona en ona

Un año después de anunciarse el uso de la ‘clorofacinona’, se opta por otro veneno, la ‘bromadiolona’, contra los topillos

L.M.RIVAS CILLEROS

Doce meses. Un año. Se cumplen 365 días desde que se produjera uno de los anuncios más polémicos de la Junta: la utilización de clorofacinona para combatir la plaga de topillos.

Prácticamente coincidiendo con esta fecha, la Junta inició ayer la aplicación de un nuevo veneno, la bromadiolona, en los campos afectados por la plaga.

Es seis veces más potente que la clorofacinona y se distribuye en bolsas que deben colocarse en tubos o en las entradas de las huras.
Pero volvamos al inicio. Aquel 19 enero debía ser una día normal.

Una inauguración como otra cualquiera. Pero no. Fuentes de Valdepero quedará para siempre en la memoria de más de uno. Ese día, el entonces consejero de Medio Ambiente, Carlos Fernández Carriedo, confirmaba a DP el producto que se utilizaría para acabar con los roedores: clorofacinona.

Este rotativo publicaba al día siguiente por primera vez el nombre del producto que se usaría y 24 horas después los ecologistas se hacían eco de la información alertando sobre su utilización. Apenas 10 días después se adelantaba algo que podría dar un giro a su uso: los agricultores que reciben ayudas agroambientales o cuyas parcelas estén en zonas de Especial Protección podrían perder las subvenciones si aplicaban la clorofacinona sin permiso.

La bola de nieve fue creciendo hasta tales dimensiones que se creó un grupo de trabajo en el que estaban presentes Administración Regional, ecologistas y agricultores. Grupo que, de cara a la galería, mostraba buenas intenciones y la mejor de las sonrisas pero que, de puertas adentro, era un polvorín.

Enfrentamiento directo entre agricultores y ecologistas, con alguna de otra voz altisontante, comentarios fuera de tono y discrepancias incluso en la propia Administración, donde los servicios de Agricultura y Medio Ambiente no las tenían todas consigo a la hora de unificar criterios sobre la idoneidad de usar el veneno.

En estas andaban cuando nuevamente otra información, en febrero del pasado año, volvía a cubrir de sombras el uso del veneno: la UE prohíbe prorrogar las autorizaciones.

España solicita una prórroga, concedida, pero solo para casos excepcionales. A esas alturas de la película, los medios a nivel nacional todavía no habían descubierto que en Palencia se utilizaba la clorofacinona.

Lo harían el 1 de marzo, cuando los ecologistas denunciaban en el juzgado el uso del veneno.

Una denuncia que más bien parece una patata caliente. De Palencia a Valladolid, de allí al Tribunal Superior y desde éste nuevamente al juzgado de Instrucción de la capital vallisoletana donde la semana pasada, mediante un auto, se dictaba su archivo.

Todo, porque aquí todo el mundo se inhibía.

Vamos, que no quería saber nada de la denuncia.

«En su momento se tomó una decisión, que considerábamos, era la correcta y en beneficio del campo y ahora solo sabemos que hemos entrado en el juzgado como testigos pero aún no sabemos cómo vamos a salir», reconocía días antes del auto -en petit comité-, un alto responsable de la Administración Regional que ha tenido que acudir a los juzgados tras la denuncia.

Cumplido un año, la clorofacinona ha dado paso a la bromadiolona. Otro potente veneno con unos efectos similares a la primera.

Surge el interrogante. ¿También habrá denuncia? ¿Contra quién? ¿Contra quien ordena su uso? ¿Contra quien lo autoriza o contra quien la distribuye?

Muchos interrogantes y una sola realidad: de momento, la Junta, para cubrirse las espaldas ya ha dicho que el producto cuenta «con todas las bendiciones».

Amén.



Hasta quí el artículo.
Interrogantes.
¿Cuántos interrogantes más se están haciendo los agricultores afectados?

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